Madre Teresa Titos Garzón

Nació el 4 de enero de 1852 en Granada - España. Sus padres fueron Fernando Titos e Isidora Garzón, quienes reciben con júbilo a Teresa, la menor de sus seis hijos: está  familia gozaba de una buena posición social; como católicos que eran bautizaron a su hija al día siguiente de su nacimiento con el nombre de Teresa Aquilina de la Santísima Trinidad, en la parroquia de Santa María Magdalena, y le ofrecen para su adecuado crecimiento, junto al cariño y los necesarios bienes materiales, un ámbito propicio para su vivencia en la fe y la interiorización de valores humanos y cristianos. Se abre a la vida manifestando muy pronto sus muchas cualidades humanas, su exquisita sensibilidad y su profunda religiosidad. Teresa era alegre, vivaracha, pero con una profunda inclinación a lo espiritual.  Al morir su madre, sus hermanas mayores se casaron y ella se quedó a vivir con su padre ya que éste estaba muy enfermo.

En 1871 a los 20 años, al morir su padre, Teresa entró en el Beaterio de Santo Domingo donde ingresa en el mismo como pensionista, y cursa brillantemente la carrera de magisterio. Su estancia en el Beaterio le propicia el afecto y encuentro con la vida de las beatas, inspirada en el carisma de Santo Domingo de Guzmán. Participa de la oración y el clima contemplativo en que se desenvuelve la vida de estas mujeres, tan propicio para la reflexión y el estudio se hizo dominica.

En 1882 a los 31 años, fue nombrada superiora y dedicó todas sus energías en enseñar la humildad y perseguir, si era posible, la máxima perfección. Paseándose por las calles de Granada y, del barrio del Realejo en particular, descubrió la gran injusticia que sufrían las niñas y muchachas de dicha ciudad, en aquel tiempo solo los varones tenían derecho a ir a la escuela, por esta razón creó un colegio llamado Santo Domingo de Guzmán, en honor del fundador de la orden dominica, que tardó varios años en construirse (su construcción finalizó en 1907) donde todas las chicas recibieran una educación gratuita.

Mujer de grandes valores humanos, de singular claridad de mente, atenta a las necesidades de su tiempo. Poseía la compasión por el mundo y la audacia evangélica que da la experiencia profunda de Dios. Confió ilimitadamente en el Señor. Amó apasionadamente a la Iglesia, a la Orden Dominicana y a la juventud, especialmente a la más necesitada. Su gran preocupación fue hacer, de las jóvenes, mujeres preparadas y verdaderas cristianas, capaces de transformar el mundo. Convencida de la alta misión de la mujer católica en la sociedad; con gran intuición pedagógica, propone un plan de formación integral, que abarca la inteligencia, el corazón, las manos o destrezas y, por encima de todo, la educación en la fe. Amplió los horizontes del Beaterio abriendo un segundo colegio en Motril.

Fue la fundadora de la Congregación Santo Domingo, que continúa aun construyendo colegios en todo el mundo para los que no tienen una educación. Dejó escrito un ideario para marcar los objetivos morales y pedagógicos de sus colegios, siempre transmitió lo extraordinario de Dios en lo ordinario de la vida; lo que hace que también se mantengan vigente muchas de sus expresiones, como:  

.- Nuestra perfección consiste en hacer bien las obras ordinarias.
.- Al Señor que nos lo da todo no se puede dejar con hambre.
.- El bolsillo de Dios es muy grande y siempre está lleno.
.- Para el Señor no hay economías, si es preciso nos empeñaremos.
.- Nadie fío en el Señor y fue engañado.
.- La religiosa que ama a Jesucristo ha de conocerse en todas sus obras, palabras y pensamientos, como al que tiene padecida la garganta, que todos tienen que notárselo.
.- ¡Qué locas somos si no somos santas!
.- Aprovechad, hijas y no desperdicies el tiempo.

Pero todas sus reflexiones marcan la historia, como cuando se expresaba:

“Nosotras somos las auxiliadoras de Dios. Trabajen por estudiar, corregir y perfeccionar según las miras de Dios el corazón y el entendimiento de las niñas que estén a su cargo. Esta obra exige de parte de las maestras una fe ardiente, un grande cuidado, mucho discernimiento y prudencia, ciencia, una constante atención y un recurso continuo a Dios. Cultiven el entendimiento de las niñas al gusto de lo verdadero y previniéndolo contra el contagio de los errores. También procurarán que las niñas adelanten en todos los ramos que componen la completa educación de una señorita. Como la principal misión de la religiosa dominica es formar corazones sólo para Dios, no dejará pasar ocasión oportuna en que no las instruya en las máximas de nuestra santa religión, sobre todo en la Doctrina cristiana, presencia de Dios, amor al Santísimo Sacramento, devoción a la Santísima Virgen, rezo del rosario, la meditación y el examen de conciencia, todos los desvelos que en esto pongan las religiosas serán pocos, dada la alta misión a que está llamada a desempeñar la mujer católica en la sociedad.”

“Ningún servicio prestado al prójimo puede dispensarlas jamás de trabajar en su propia santificación... Los mismos santos, con todas sus virtudes adquiridas hurtaban largas horas a sus trabajos apostólicos para vacar a las cosas de Dios... Guardarán de tal modo las obras exteriores que tengan tiempo suficiente para practicar todos los actos religiosos que para su perfección están ordenados...”

Murió el 14 de febrero de 1915, siendo sus últimas palabras fueron “Dejadme morir en la cruz”.

Pero la labor de la Madre Teresa Titos Garzón, fue reconocida públicamente después de muerta por el Ayuntamiento de Granada, quien le ha dedicado una plaza en la ciudad, y así mismo, por la loable dedicación y alcances de la Madre Teresa Titos Garzón queriendo transmitir lo extraordinario de Dios en lo ordinario de la vida. Por todo lo anteriormente expuesto que existe una causa ante la iglesia para su reconocimiento.